lunes, 4 de julio de 2022

Misterios Bíblicos

La Biblia esconde muchos misterios. ¿Dónde estuvo el Jardín del Edén? ¿Dónde están Sodoma Y Gomorra? ¿existieron gigantes en la tierra?.
Estos y otros misterios copan el universo bíblico, ante los cuales la comunidad científica sigue investigando y buscando respuestas.
En esta oportunidad, nos centraremos en 5 misterios bíblicos.
Si te gustó el video, hazme saber si deseas una segunda parte con más misterios de la Biblia.


El Jardín del Edén
Uno de los primeros misterios que surgen en la Biblia gira en torno al mítico Jardín del Edén.
El libro de Génesis, el primer libro de la Biblia, hace mención a una tierra maravillosa en la que vivían todos los animales de forma pacífica, viviendo también allí el primer ser humano, el primer hombre, Adán.
Tras el pecado de Adán y Eva, Dios expulsó a ambos de aquel paraíso terrenal.
Ahora bien, la ubicación exacta del Jardín del Edén ha sido una búsqueda incansable por parte de los científicos y la arqueología bíblica.
Según el libro de Génesis, este jardín se ubicaba en el medio oriente, y un río salía del Edén para regar el jardín, y desde allí se dividía, y se convertía en cuatro cabezas, llamados: río Pisón, que se dice, rodeó toda la tierra de Havila; el río Gihón, que habría rodeado toda la tierra de Cus; el río Hidekel; que iría al oriente de Asiria; y el río Éufrates.
Es cuestión de investigar donde quedan esos 4 ríos en la antigüedad.
Sin embargo, sólo es reconocible el río Eufrates, más no el Pisón, el Gihón ni el Hidekel.
¿Será acaso que no se podrá conocer el paradero de dicho paraíso?
Si bien es cierto que esos tres ríos no aparecen en los mapas, quizás el jardín del Edén no esté del todo perdido.
Para empezar, aunque nadie conoce al río Hidekel, pero sí todos han escuchado del río Tigris.
Pues bien, el río Hidekel es el río Tigris, ya que está al este de Asiria y se une en un parte baja con el río Eufrates.
Faltaría conocer los otros dos ríos.
El río Pisón rodeó toda la tierra de Havila, tierra que era conocida como Arabia, 
mientras que el río Gihón habría pasado por la tierra de Cus, la cual no es sino Etiopía.
Estos 4 ríos se unirían en la parte baja, en la actual zona del sur de Irak.
Y tras esta convergencia, nacería un río, el cual discurriría por el jardín del Edén, que estaría situada en el mar, en algún lugar del Golfo Pérsico.

El Arca de Noé
Pero el Jardín del Edén no es el único misterio del Génesis.
El arca de Noé es una embarcación de madera realizada por Noé.
Dios había planeado destruir el mundo con un diluvio, pero permitió que una pareja de todos los animales del mundo, así como Noé y su familia ingresen y se resguarden de la aniquilación.
Tras varias semanas, el arca flotó en el gigantesco mar universal, hasta que dejó de llover y el agua fue descendiendo hasta que tocó tierra firme y Noé y su familia salieron del Arca.
Pero, ¿Dónde quedó el arca?.
A diferencia del Jardín del Edén, no hay referencias del lugar donde el Arca quedó anclado.
En 1916, Vladimir Rosskowizky, un explorador ruso, aseguró haber hallado a una altitud de 4 000 msnm, en el monte Ararat, una embarcación semienterrada bajo el hielo.
Es cuando el zar Nicolás II de Rusia envió una expedición que ratificó que el hallazgo correspondía al arca y se extrajeron pruebas que se estimaron como definitivas.
Sin embargo, la Revolución Soviética y el fin del régimen zarista hicieron que dichas evidencias se perdieran para siempre.
Después de la Segunda Guerra Mundial, muchos escaladores o exploradores han señalado haber visto o hallado fragmentos del arca en las inmediaciones de la cima del monte Ararat.
Este misterio aún seguirá sin descubrirse.

Sodoma y Gomorra
Tras regresar de Egipto, Abraham el patriarca había levantado su campamento en el actual Israel, acampando afuera de las ciudades cananeas.
Es cuando los pastores de Abraham sostuvieron pleitos con los criados de su sobrino Lot por la posesión de pozos de agua, tan necesarios para sobrevivir.
Lot eligió vivir en la llanura del Jordán, mientras que Abraham habitó en la orientación contraria, al oeste.
Lot habitó en la ciudad de Sodoma, cuyos pobladores eran malvados, por lo que Dios castigó a dicha ciudad conjunta con su ciudad aliada Gomorra, destruyendo a ambas ciudades con una lluvia de fuego y azufre.
La Biblia sitúa a dichas ciudades en la llanura del Jordán, al norte del mar Salado.
Se describe como parte de una ruta comercial común y estaría protegida por torres y altas y gruesas murallas.
Ahora bien, tras décadas excavando, los arqueólogos creen que por fin han encontrado las ruinas de la ciudad bíblica de Sodoma.
Los expertos que investigan el valle del Jordán aseguran haber hallado los restos de una ciudad de la Edad del Bronce que coincide con la descripción que da el Antiguo Testamento de esta urbe.
Las razones son varias.
En primer lugar, sería la ciudad más grande de la región, tal y como se describe en la Biblia.
En segundo lugar, las fechas coinciden, ya que data de entre el 3.500 aC y el 1.540 aC.
En tercer lugar, se cree que fue abandonada repentinamente en algún punto de la Edad del Bronce.
Sin embargo, algunas declaraciones hechas por autores clásicos describen una región quemada por una catástrofe ígnea, ubicada al sur del Mar Muerto, donde se encontraban varias ciudades destruidas y cuyos restos consumidos por el fuego todavía eran visibles en sus días.
Se dice que de las fisuras del terreno emergen gases tóxicos (Dt 29:23).
Los geólogos han encontrado petróleo y gas natural en la región ubicada en los alrededores del extremo meridional del Mar Muerto, que es a la vez una zona frecuentemente sacudida por terremotos; de manera que encontramos aquí todas las condiciones necesarias para que se produjera la catástrofe que describe la Biblia.
Además, Jebel Usdum, el Monte de Sodoma, en lacosta sudoccidental del Mar Muerto, está constituido en un 50% por sal pétrea.
Se cree que durante la catástrofe que provocó la destrucción de Sodoma, parte de esta sal habría volado violentamente y cubierto a la mujer de Lot, la que así tomó la forma de una estatua o columna de sal (Gén 19:26).

El arca de la Alianza
El arca de la alianza o arca del pacto es un cofre de madera cubierto de oro descrito en relatos bíblicos que, según la tradición judía, fue diseñado y creado por mandato divino para guardar las tablas de los diez mandamientos.
El episodio se sitúa aproximadamente un año después del éxodo de Egipto.
El arca fue creada siguiendo el modelo que Dios le habría dado a Moisés cuando los israelitas acamparon al pie del monte Sinaí. 
Fue usada en la conquista de Canaán y con ella Josué consiguió abrirse paso en las aguas del Jordán al contacto de éstas con el arca, y durante siete días fue paseada en torno de Jericó, que cayó luego en poder de dicho caudillo.
El arca fue fijada en Silo.
Durante la época de Elí y Samuel, sucedió uno de los episodios más impresionantes del que se cuenta acerca del arca de Dios.
Durante una cruenta guerra contra los filisteos fue llevada al campamento israelita con el objeto de levantar la moral de los guerreros.
Pero después de una trágica derrota del pueblo hebreo, donde también murieron los dos hijos del juez y sacerdote israelita Elí, los filisteos la tomaron como un valiosísimo trofeo, dando lugar a un verdadero luto en todo el país de Israel.
En poder de aquellos estuvo unos meses, aconteciendo que desde el momento que fue llevada al templo de la gigantesca estatua del dios Dagón en Asdod, este quedó dos noches consecutivas postrado delante del arca, solo que la segunda vez decapitado y sin las manos, a lo que siguió una ola de estragos, desastres y plagas azotando todo aquel país.
Los filisteos, horrorizados por aquellos sucesos, habían dejado que el arca fuese sola en un carro tirado por dos vacas. Después los animales pararon en Bet Semes: varios habitantes de aquel lugar murieron por el trato poco reverente que dieron al objeto sagrado.
De allí fue trasladada a Gabaá.
Luego, Saúl la habría utilizado en la campaña contra los filisteos.
Posteriormente David con un acompañamiento solemne la habría trasladado a Sión.
Sin embargo, de camino a Sión había ocurrido un accidente: Uza, un encargado del arca, quiso sostenerla en un momento de bamboleo y cayó muerto de repente.
David atemorizado la dejó durante 3 meses en casa de Obed Edom.
Seguidamente, desde Sión la reliquia fue instalada en el majestuoso templo que construyó el nuevo rey, Salomón, en Jerusalén.
Siglos después, en el año 587 a.C., Nabucodonosor II, el rey de Babilonia, invadió Jerusalén, destruyendo el templo y saqueando todos los objetos valiosos del mismo.
Se cree que el arca fue llevada y colocada en un lugar seguro y secreto antes de la invasión caldea y posterior deportación de los judíos.
Según el registro de los Macabeos, Jeremías tomó el arca para ocultarla en el Monte Nebo, en la actual Jordania.
Sin embargo, esa no es la única hipótesis, ya que un grupo de rabinos afirma que tras la caída de la ciudad de Jerusalén, que devino en la destrucción y saqueo del Primer Templo a manos babilónicas, el arca habría sido enterrada en el monte Moriá, debajo del antiguo templo.
Hay algo a favor de esta creencia y es que este cofre sagrado no se menciona entre los tesoros devueltos por los persas, 

Gigantes Nefilim
Uno de los misterios más sorprendentes de la Biblia es sin duda la existencia de gigantes.
En Génesis se deja constancia que un grupo de ángeles, los ángeles caídos, descendió a la tierra y tuvo relaciones carnales con mujeres en la época antes del diluvio.
Estas uniones antinaturales y prohibidas dieron como resultado gigantes llamados Nefilim o Nephilim​, una legendaria raza de gigantes híbridos, la cual se habría extinguido posteriormente durante el diluvio universal.
Sin embargo, al parecer los nefilim habrían podido sobrevivir al diluvio.
Esto se hace evidente cuando los israelitas inician su avance conquistador por el territorio del actual Israel, país habitado por una serie de tribus como amorreos, heteos, heveos, y otros.
Moisés envió a 12 espías que explorasen toda la tierra prometida.
Tras merodear esa tierra, retornaron los espías. Diez de ellos reportaron que los pobladores de la tierra de Canaaán eran descendientes de los nefilim antediluvianos y que, en comparación, los hebreos eran como “saltamontes”.
Es allí que le dan el término de hijos de Anac, raza de los gigantes.
El sucesor de Moisés, Josué peleó varias batallas con los anaceos y los amorreos.
Finalmente, él “destruyó a los anaceos de los montes: de Hebrón, de Debir, de Anab, de todos los montes de Judá y de todos los montes de Israel; Josué los destruyó a ellos y a sus ciudades.
Principalmente, destaca Hebrón, ya que en ella fueron derrotados Ahimán, Sesai y Talmai, hijos de Anac, hijo de Arba, quien fue un hombre grande entre los anaceos.
Además de Hebrón, también figuran Og, el rey de Basán, ciudad al este del río Jordán, cuya cama de fierro era de grandes proporciones.
Precisamente, Og, rey de Basán, había quedado del resto de los gigantes, quienes son referidos como refaítas.
Fueron una antigua tribu cananea​ que vivía en las colinas de Judá y en la llanura filistea (Hebrón, Debir, Anab, Gaza, Gath, Ashdod).
Vivían en la región que más tarde ocuparon los moabitas y los amonitas; los primeros les llamaron emitas, y los segundos les llamaban zomzomeos.
Tanto moabitas como amonitas los derrotaron y los desposeyeron de su tierra, apropiándose de ella.
Probablemente, Arba, padre de los anaceos, haya sido un refaíta.

Pero sin dudas, los gigantes se evidencian aún más en el gigante más famoso de todos: Goliat.
Goliat era filisteo y era el paladín de estos frente a los israelitas en el campo de batalla.
Sin embargo, a pesar de su gran tamaño y su armadura, David lo venció.
Los filisteos no eran un pueblo cananeo, sino un pueblo invasor, al igual que los hebreos, amonitas y moabitas, aunque a diferencia de estos, los filisteos no eran semitas, sino de origen cretense.
Eran, pues, los filisteos uno de los tantos pueblos del mar.
Se cree que los Refaítas se mezclaron con ellos, por lo que acogieron ese gen del gigantismo propio de los refaítas.
Es más, Israel exterminó a los pueblos de la raza de los gigantes, sin embargo quedaron los gigantes radicados en Gaza, en Gat y en Asdod.
Es decir, los pueblos filisteos.

Fuera del texto bíblico se encontró en Egipto un registro muy interesante.
Durante la duodécima dinastía del antiguo Egipto, que data tradicionalmente del siglo XX al siglo XIX a. C., los egipcios practicaban algo similar al uso moderno de las muñecas vudú.
Un alfarero haría una figurilla de arcilla de un enemigo al que ellos temían.
La estatuilla tenía los brazos detrás de la espalda y el nombre del grupo o de sus líderes estarían escritos en ella.
A veces se usaba un tazón o bloque de arcilla para enumerar a los enemigos.
La figurilla o el tazón se rompían simbólicamente para maldecir a los enemigos para que pudieran ser derrotados.
Los arqueólogos han reconstruido muchos de estos textos de Maldición (también llamados Listas de Proscripciones), y se han encontrado algunos detalles muy interesantes sobre los anaceos.
Este es un ejemplo de un texto que los menciona:
Se debe notar que anaq (es decir, con una q en lugar de la c) es una transliteración común de la palabra hebrea para Anak, עְַנָק (Números 13:33).

Otro texto de Maldición coloca a los anaceos en la tierra de Canaán e incluso menciona la ciudad de Jerusalén.
Los antiguos egipcios también llamaron a los habitantes de la tierra de Canaán “Shasu”.
Un texto posterior titulado El oficio del escriba (c. 1250 a. C.), que se utilizó para entrenar a los escribas egipcios, habla de un paso de montaña cananeo durante una batalla pasada.
Los codos egipcios eran más largos que el codo común hebreo. A 52 cm (21”) por codo egipcio, los Shasu mencionados en esta carta habrían medido entre 2 m (6’10”) y 3 m (8’7”).
Esta descripción muestra que la medición tradicional de Goliat no es tan extravagante como muchos críticos creen.