Al hablar del tópico de casas embrujadas, se asume que sólo en la ciudad hay casas con actividad paranormal, cuando en realidad, hay casas embrujadas tanto en la ciudad, como en el campo.
Una de las ciudades más emblemáticas del Perú es la ciudad del Cusco.
Y si hablamos de esta ciudad es porque tiene casas embrujadas.
La casa embrujada más famosa de la urbe cusqueña es la autodenominada casa maldita de la calle Saphy.
Pero no es la única casa.
Investigaciones Ocultas les compartirá unos relatos de terror compartidos por personas que, en determinadas circunstancias, vivieron anécdotas paranormales aterradoras en el interior de casas embrujadas del Cusco.
RELATO 1:
En la ciudad del Cusco, la demanda de hoteles y hospedajes cada vez es mayor, debido a la impronta turística de la ciudad.
Si bien es cierto que para el turista es una bendición el hecho de que haya una mayor oferta de posadas, lo cierto es que para los empresarios hoteleros ha aumentado la competencia en el rubro turístico.
Un hotel en particular, cuyo nombre debo reservarme, estaba quedando rezagado, hasta tal punto de declararse en quiebra por la bajísima concurrencia de huéspedes.
Es por ello que hasta que se presentara un comprador, el hotel siguió funcionando, y funcionaría hasta que alguien lo compre.
La persona que nos comparte esta singular historia decide permannecer en el anonimato, y se trata del dueño del susodicho hotel.
Si bien había escuchado algunos rumores de que se veían sombras y se escuchaban ruidos por parte de los huéspedes, nunca pudo
confirmarlos, ya que no había experimentado ningún evento de carácter paranormal.
Es más, estaba ya harto de esas habladurías, las cuales él creía que habían sido la razón del porqué de la baja afluencia de clientes.
Una noche, él se quedó hasta bien noche cuadrando las cuentas y las deudas a pagar.
Estaba en el mostrador del lobby y miró hacia el pasillo.
Entonces, vio una silueta que se desplazaba por el lobby y saliendo al patio.
Salió a ver para decirle al huésped que no ingrese al patio, pero entonces se acordó de algo.
En el hotel no habían ningún huésped alojado.
Pero pudo haber sido algún trabajador, ¿no?.
Lo cierto es que no había trabajadores. Sólo él trabajaba allí. Le iba tan mal que no alcanzaba para pagar el sueldo de ningún trabajador. Por lo tanto, en esa noche sólo él estaba allí.
A partir de allí, comenzaría una ola de eventos paranormales.
Días después, sucedió otro suceso. Él estaba limpiando la escalera del patio. En ello, el balde con el agua salió volando, como si alguien lo hubiera pateado con fuerza e ira.
Él se retiró de allí algo avergonzado.
Entonces, los fenómenos paranormales cada vez fueron empeorando.
Sombras, siluetas, ruidos, habitaciones en donde se prenden y apagan las luces, etc.
Y tras ello, comenzaron las pesadillas, las agresiones físicas y los intentos de posesión.
Una mañana, él estaba limpiando las habitaciones. Ya había contactado con un posible comprador a quien le vendería el hotel por precio de gallina flaca. Sin importar eso, por fin iba a deshacerse de gastar en el hotel. Por lo tanto, había que entregar el hotel en perfectas condiciones para que se animen a comprarlo.
Entonces, él encontró debajo de la cama de una habitación un muñeco. Estaba pinchado con alfileres en todo el cuerpo.
No cabía duda. Era un muñeco vudú de brujería.
Sin saber cómo proceder en ese caso, fue a ver a un chamán.
Tras consultarlo con un chamán que se veía confiable, él se enteró que el muñeco era un trabajo de brujería para hacer que le vaya mal en los negocios. No tenía problemas de salud, el único problema era en el negocio del hotel.
Posiblemente, era alguien que le tenía envidia o que fuera un competidor y que lo metió debajo de la cama.
Pero, quien fue y cómo lo metió allí.
Sobre la identidad del responsable, estaba más que claro que, o bien era algún competidor en el rubro hotelero, o era alguna persona que le tuviera envidia. Pero, quién exactamente, no podía saberlo.
No podía desconfiar de nadie en concreto, ya que tampoco le iba tan bien como para despertar los celos de otros dueños hoteleros. Había mejores hoteles que el suyo.
Sobre como lo metió allí, pues era una pregunta mucho más difícil de responder, a menos que se haya hospedado allí.
Pero lo más importante era cómo romper el maleficio puesto en su hotel.
El chamán le dijo que debía quitar el muñeco del cuarto, y una vez afuera, en un sitio lejos, debía quemarlo.
Él fue al hotel, sacó al muñeco de debajo de la cama del cuarto, fue con ello afuera de la ciudad, en un descampado rural, y quemó ese muñeco, desarticulando el hechizo.
Semanas después, los eventos paranormales dejaron de suceder en esa casa, y casi a la par aumentó la cantidad de huéspedes alojados.
Como al mes de ello, aquel dueño de ese hotel se enteró que una persona conocida de él tuvo un accidente.
Había sufrido un incendio en su casa, perdiéndolo prácticamente todo.
Tal persona era un antiguo trabajador.
No digamos que fue un trabajador entrañable que trabajó tiempo allí.
Todo lo contrario.
Resulta que durante unos tres meses, había trabajado allí un señor, un trabajador con quien discutía porque lo había atrapado infraganti robándose implementos del hotel.
Este trabajador fue despedido por sus constantes hurtos, y en vez de pedir disculpa, este tipo le dijo que iría a fracasar en el hotel.
Vaya, cómo no se acordó antes.
Era él.
Fue él quien le hizo la brujería.
Ahora, muchos dirán que esto podía ser una simple y alocada conjetura.
Sin embargo, en el mundo de los daños y las brujerías, cuando un mal es descubierto y tratado, el daño se regresa a la persona que lo envió.
En este caso, al poco tiempo de que el dueño del hotel haya quitado la brujería, la casa de este ex trabajador se quemó.
Lo único que queda pendiente es cómo llegó el muñeco allí, debajo de la cama de la habitación.
Tal vez el mismo día en que fue despedido, aquel trabajador puso el muñeco vudú, justo antes de marcharse, o tal vez mandó a alagún familiar o conocido a que se hospede y coloque el muñeco.
Nadie lo sabe.
Lo único cierto es que la brujería sí existe.
RELATO 2
De la ciudad del Cusco, nacen una serie de caminos de trocha que llevan a los diferentes pueblos y caseríos.
Siguiendo por la avenida Circunvalación se llega a una pampa, un descampado, en el que se yergue una casona abandonada.
Cabe precisar que la zona está cubierta con arboledas y bosques de un vivo verde, bajo un cielo que pareciera dibujado en un lienzo, sin dudas, un paisaje idílico.
Era un caserón en U.
Una tarde, Pedro, su primo Jorge y su amigo Juan, se fueron adentrándose al campo a las afueras del Cusco.
Querían pasear y disfrutar de los alrededores.
Y es cuando, caminando por una trocha rodeada de bosquecillos, se topan con una extraña construcción.
Una casona aparentemente abandonada, construcción que nunca habían visto.
La curiosidad los jaló a meterse dentro. Total, la juventud nos incita a tomar ciertos riesgos.
Entrar dentro no fue problema.
No había puerta, así que se colaron en el interior.
Caminaron, anduvieron por entre las ruinas de aquel desolado lugar.
La casa era amplia, grandísima, extensa, lo que más parecía una galería, un laberinto.
Entonces, Pedro subió al segundo piso, pensando que Jorge y Juan estaban allí.
Sin embargo, ambos aún estaban en el piso de abajo.
Cuando Pedro estuvo ya en el segundo piso, escuchó unas voces que provenían del interior, probablemente, de una de las tantas habitaciones.
Pedro se encaminó rápidamente hacia el lugar donde escuchó las voces.
Efectivamente, provenían del interior de una habitación cuya puerta estaba cerrada.
Se acercó a empujar la puerta de dicho dormitorio, pero ni bien empujó un poco, sintió un aire frío salir del interior y golpear su cuerpo, lo cual le hizo tiritar.
Pero no fue el frío, sino que tuvo un extraño sentimiento, una sensación de que no debería entrar allí.
Sin embargo, y a pesar de que se hubiera arrepentido de entrar, su mano no se detuvo y siguió empujando la puerta, como si fuera un acto imposible de revertir.
Entonces, la puerta ya estaba abierta.
Ingresó dentro de la habitación y en una esquina estaba... algo.
No, no era porque estaba oscuro y no pudo distinguir bien.
Bueno, sí, la habitación estaba en penumbra, pero sí se podía ver.
Era un cuerpo gaseoso, algo así como una nube.
Y entonces esta masa se desparramó hacia él, quien se quedó inmóvil en el marco de la puerta, quedándose inmóvil, esperando el arribo de eso, lo cual no tardó mucho en alcanzarlo.
Jorge y Juan escucharon los gritos de Pedro en la planta de arriba.
Y aunque pensaron que podía ser una broma, se aprestaron a correr.
Había algo en el tono de los gritos que indicaba que podía ser que efectivamente estaba siendo atacado.
Al llegar se acercaron a una habitación que estaba con la puerta semiabierta, y de la que se escuchaban los gritos.
Al llegar al pie de la puerta, al ver el interior....
No lo podían creer.
Pedro estaba tirado en el suelo dentro de la habitación y sobre él estaba una silueta negra.
Entonces, ello se dio cuenta de la presencia de los dos chicos que se quedaron helados del miedo, el cual se apoderó de sus corazones.
Fue cuando eso arrastró a Pedro directo hacia la ventana. Pretendía lanzarlo hacia el exterior.
Aunque quisieron, el miedo los hizo entornillarse dentro del suelo.
Y vieron impotentes como Pedro fue lanzado por la ventana del segundo piso.
Cuando eso pasó, parecieron reaccionar y corrieron, quien sabe si para auxiliar a Pedro quien con suerte aún estaría vivo, o si fue para salir de huir.
Ambos bajaron y salieron de la casa. Se acercaron adonde Pedro.
Afortunadamente, el suelo de tierra había amortiguado la caída.
Si hubiera sido en la ciudad, no tengan duda que Pedro hubiera muerto desnucado.
Llevaron al pobre Pedro pidiendo ayuda a los comuneros. Lo llevaron al hospital, donde lo atendieron.
Pedro había sufrido rotura de clavícula y de muñeca.
Estuvo meses con rehabilitación.
Pero si bien se pudo recuperar físicamente, quedó con trauma.
Se desespera al quedarse solo en su casa, rompiendo en llanto si escucha ruidos a los que no puede encontrar una pronta explicación.