En el video anterior hicimos un repaso histórico del espiritismo.
Ustedes sabrán que el fundador del espiritismo fue Allan Kardec, pero esta investigación tratará sobre las hermanas Fox, piezas fundamentales en la consolidación del espiritismo como ciencia. Acompáñenos en este
recorrido de “La leyenda de las hermanas Fox”
31 de marzo de 1848. En un pequeño chalet de madera del pueblo de
Hydesville, en el estado de Nueva York se inició una serie de fenómenos
paranormales acaecidos a una familia, la familia Fox.
Los hermanos Fox eran siete, pero sólo tres participaron en los
hechos: Leah, que tenía treinta y cuatro años en 1848, Margaretta,
de catorce, y Catherine, de doce. El relato definitivo del
incidente, que hizo época, lo proporcionó la madre cuatro días después en una
declaración jurada, y ratificada como exacta por su marido. Contó que la casa
donde vivían provisionalmente había padecido temblores inexplicables en las paredes
y muebles, ruidos de pasos y golpes en las paredes y puertas. La familia llegó
«a la conclusión de que la casa debía albergar a algún espíritu inquieto y
desgraciado».
Cansada por las molestias, la familia se acostó temprano la noche del
viernes 31 de marzo. Margaretta y Catherine –las únicas que vivían aún con sus
padres– sentían miedo de los ruidos y se habían instalado en la habitación de
sus padres. Sin duda, fue la presencia tranquilizadora de su padre y su madre
lo que animó a las chicas a responder con tanto descaro cuando comenzaron los
golpeteos.
Las niñas oyeron los golpes y trataron de hacer un ruido parecido,
chasqueando los dedos. Mi hija menor, Cathie, dijo: «Señor Slipfoot,
¡haga como yo!», golpeando las manos. El sonido dio inmediatamente la misma
cantidad de golpes. Cuando ella se detuvo, el sonido cesó un rato. Entonces
Margaretta dijo, en broma: «No; haga como yo. Cuente uno, dos, tres,
cuatro», golpeando las manos al mismo tiempo, y los golpeteos volvieron
como antes. Tuvo miedo de repetirlo...
De esto pasaron gradualmente a comunicaciones más elaboradas, usando un
código alfabético por medio del cual se descubrió que los golpes eran obra de
un espíritu; finalmente, la entidad se identificó como un buhonero de treinta y
un años que afirmaba haber sido asesinado en esa misma casa y cuyos restos
estaban enterrados en el sótano.
Acudieron vecinos a verificar lo que ocurría; ellos también escucharon
los golpes, hicieron sus propias preguntas y recibieron respuestas. Al día
siguiente llegaron más visitantes y por la noche, a petición del espíritu,
algunos hombres se pusieron a excavar en el sótano, para ver si podían
comprobar la historia; desgraciadamente el pozo se llenó de agua y hubo que
abandonar el intento.
Para la familia Fox, en aquel momento, se trataba de la presencia de un
fantasma. A lo largo de la historia se han dado miles de relatos en que los
muertos vuelven a la Tierra para transmitir mensajes o advertencias a los
vivos, pero en este caso aparecía un nuevo elemento: una conversación entre
vivos y muertos. Posteriormente una historiadora del movimiento
espiritista, Emma Hardinge Britten, observó que eso significaba que
no sólo el buhonero supuestamente asesinado, sino legiones de espíritus, buenos
y malos, encumbrados e inferiores, podían comunicarse con la Tierra en ciertas
condiciones incomprensibles para los mortales; que esas comunicaciones eran
producidas por medio de las fuerzas del magnetismo espiritual y humano, en una
afinidad química; que las variedades del magnetismo de diferentes individuos
proporcionaban «poder mediúmnico» a unos y se las negaban a otros.
Al principio nadie entendió esas sutilezas, pero estaba claro que las
hermanas Fox, de alguna manera, estaban dotadas para recibir esas
comunicaciones: los golpeteos sólo se presentaban en su presencia y, además,
ocurrían dondequiera que fueran ellas. Como sus vidas habían sido trastornadas
por la publicidad, las niñas y su madre se marcharon de Hydesville y se
instalaron en casa de la hermana mayor, Leah, en Rochester, pero los golpeteos
viajaron con ellas. Una y otra vez los mensajes insistían: «Habéis sido
elegidas para comparecer ante el mundo y convencer a los escépticos de la gran
verdad de la inmortalidad.»
Ellas crearon un sistema de comunicación con espíritus que sería tan
universal y que se mantiene en la actualidad.
Tiempo después de haberse hecho famosas por inventar tal comunicación,
las hermanas Fox admitieron que fue un fraude, que ellas no tenían tal poder de
médiums.
El día en que las hermanas Fox admitieron haber cometido fraude, fue un
día feliz para los escépticos. No obstante, esta confesión fue posteriormente
revocada. ¿Qué pensar de las fundadoras del espiritismo?
Tres años después de aquellos acontecimientos que marcaron época,
ocurridos el 17 de abril de 1851 en casa de la familia Fox, en Hydesville
(Estados Unidos), una tal señora Culver hizo unas
declaraciones en Arcadia (Nueva York) que causaron gran revuelo. Estaba
emparentada con los Fox, ya que la hermana de su marido era la esposa de David,
hermano de las Fox. Declaró que:
Durante dos años había creído sinceramente en la comunicación por
golpeteos; sin embargo, algo que vi en una visita que hice a las hermanas me
hizo sospechar que hacían trampa. Decidí que de alguna manera debía salir de
dudas, y algún tiempo después me ofrecí a Catherine para ayudarla en sus
demostraciones.
Catherine, al parecer, aceptó de buen grado su ofrecimiento, y pasó a
enseñarle cómo se hacían los trucos:
Los golpes se producen con las puntas de los pies. Hay que utilizar
todos los dedos. Después de practicar durante casi una semana, con Catherine al
lado enseñándome, también yo fui capaz de producir estos golpes.
Hoy en día es imposible averiguar cuál fue el motivo de la revelación de
la señora Culver. Puede que se tratara simplemente de amor a la verdad, o que
hubiera una cuestión de celos. A primera vista su revelación no parece que
pueda explicar todos los fenómenos relacionados con las hermanas Fox.
Por otro lado, es un hecho que se observó y examinó una y otra vez a las
hermanas y que nunca fueron descubiertas en flagrante impostura. Tal como
señaló su defensor, Horace Greeley, editor del Tribune, era,
en efecto, posible que muchas cosas de las que ellas realizaban las pudiera
hacer también un mago en el escenario. Sin embargo éstos eran artistas
profesionales con experiencia, y en cambio las dos niñas no poseían las mismas
habilidades que ellos, ni estaban entrenadas.
Sin embargo, los razonamientos de sus defensores y los resultados
favorables de las investigaciones fueron olvidados cuando el 24 de septiembre
de 1888 Margaretta (entonces señora Kane) comunicó a un periodista del New
York Herald que tenía la intención de revelar que su actuación como
médium había sido un engaño desde el principio basta el fin. Su hermana menor,
Catherine (entonces señora Jencken) acudió desde Inglaterra para apoyarla. El
21 de octubre se congregó en la Academia de la Música de New York una gran
multitud que quería oír la confesión:
Estoy aquí esta noche para denunciar, como una de las fundadoras del
espiritismo, que todo ha sido un engaño desde el principio al fin, que se trata
de la más absurda de las supersticiones, la más vil blasfemia conocida en el
mundo.
El New York Herald describió la reacción:
Se produjo un terrible silencio. Todos sabían que se encontraban ante la
principal responsable del espiritismo, su fundadora, su más alta sacerdotisa y
médium. Se puso de pie sobre una pequeña mesa de pino, calzada sólo con medias.
Mientras ella se mantenía inmóvil pudieron oírse diversos golpes fuertes, tan
pronto en las bambalinas, como detrás del escenario o en el pasillo... La
señora Kane se excitó. Comenzó a dar palmadas, a bailar y chilló: «¡Es
un engaño! ¡El espiritismo ha sido desde el principio al fin una farsa! ¡No es
más que un truco! ¡No hay nada de verdad en ello!» Siguió un torrente
de aplausos.
Ese hubiera debido ser el golpe mortal al movimiento de cuyo nacimiento
Margaretta era responsable. No obstante, pese a que la mayoría de los presentes
quedaron convencidos, otros no, y sus reservas se vieron justificadas al cabo
de un año, cuando Catherine primero y Margaretta después se retractaron de su
confesión. Margaretta recalcó que todo lo que había dicho en contra del
espiritismo era «absolutamente falso». Se negó a decir quiénes la presionaron,
pero mencionó que «altas jerarquías de la Iglesia Católica hicieron todo lo que
pudieron para que entrara en un convento». De hecho, se había convertido al
catolicismo poco después de la muerte de su marido.
También culpó a su hermana Leah, acusándola de haberlas arrastrado a
ella y a Catherine en ese asunto. Pudo muy bien ser que Leah animara a sus
hermanas menores y que, siendo la que tenía más sentido práctico y visión del
futuro, tomara la decisión de embarcarse las tres en un tipo de vida en el que
el stress emocional y social era inevitable. No obstante, nunca anteriormente
sus hermanas habían mostrado resentimiento.
¿Cuál era, pues, la verdad que se escondía detrás de la confesión y
posterior retractación? Indudablemente, si Margaretta era capaz de producir
sobre el escenario golpes simulados, demostrando así sus facultades para
engañar al público, hay motivos más que suficientes para pensar que también
utilizó estos trucos durante sus actuaciones como médium.
La sospecha de que, al menos algunas veces, hacía trampa fue confirmada
por una fuente inesperada: su marido. El explorador del Ártico Elisha
Kent Kane se había enamorado de Margaretta cuando ésta contaba sólo 13
años de edad. En contra de la voluntad de su familia la estuvo cortejando
durante tres años, hasta que finalmente se casó con ella. A su muerte,
Margaretta publicó las cartas y versos que él había escrito durante aquellos
años. Contenían abundantes pruebas de que su marido creía que hacía
trampas. «Oh, Maggie –escribió en una carta–, ¿no te
cansas nunca de esta monotonía sin fin de continuos engaños?» Y en
otra: «No puedo soportar el pensar que estás enredada en un asunto de
maldad y engaños.»
El hecho de que Margaretta autorizara la publicación de estos documentos
acusatorios sugiere que era consciente de haber estado empleando trucos. Sin
embargo, si aceptamos la declaración hecha en 1888 de que todo fue un engaño
desde el principio al final, nos encontramos casi con tantas cuestiones por
resolver como si aceptamos que todo es verídico. Una de las personas más
famosas que se sentaren junto a las hermanas Fox fue la cantante Jenny
Lind, que distinguió entre los fenómenos físicos y mentales: «Aunque
vosotras fuerais capaces de producir estos sonidos, es imposible que contestéis
las preguntas que me han sido contestadas esta noche.»
Nos han quedado docenas de testimonios contemporáneos de gente
convencida –a menudo en contra de su escepticismo inicial– de las cualidades
psíquicas de las hermanas Fox. Esto no significa que las actuaciones de las
hermanas se aceptaran como lo que pretendían ser. Muchas personas entre ellas,
Horace Greeley, admitían la veracidad del fenómeno como tal, pero mantenían una
opinión más abierta con respecto a su naturaleza:
Sea cual sea el origen o la causa de los golpeteos, lo que es un hecho
es que las señoritas en cuya presencia se dan estos ruidos no los producen. Las
señoritas afirman haber sido informadas de que esto no es más que el comienzo
de una nueva era, en la cual los espíritus encarnados estarán más estrecha y
claramente conectados con aquellos que han adquirido inmortalidad... De todo
esto no sabemos nada, ni podemos aventurar nada. Pero si nos limitáramos a
escribir las preguntas que hicimos y las respuestas que obtuvimos durante una
sesión, se nos acusaría de haberlo hecho adrede para apoyar la teoría que
considera estos fenómenos como manifestaciones de espíritus difuntos.
Parece razonable atribuir las «confesiones» de las dos hermanas menores
a los avatares de su vida personal: ambas eran aún colegialas cuando todo
comenzó; ambas habían sido catapultadas desde un oscuro medio rural hasta una
posición prominente en una de las ciudades más grandes del mundo. El trágico
fin de la romántica historia de amor de Margaretta hubiera desequilibrado a
cualquier muchacha menos vulnerable. Margaretta se dio a la bebida y a la
droga, como había hecho su hermana antes de casarse con el abogado Henry
Jencken. A pesar de que este matrimonio le dio dos hijos, terminó también
con la temprana e inesperada muerte del marido. En estas circunstancias, y
quizás influenciadas también por los enemigos del espiritismo, no es de
extrañar que las dos hermanas –ninguna de las cuales fue nunca muy inteligente–
llegaran a un estado de confusión en el que la verdad y la falsedad se
confundían.
En 1904, cuando todas las hermanas Fox habían muerto, una de las paredes
de su vieja casa de Hydesville se derrumbó. Entre las ruinas se encontró los
restos de un cadáver. Fue imposible identificar a quién había pertenecido el
cuerpo. Sin embargo, constituye una curiosa afirmación del «mensaje» que habían
recibido las hermanas Fox medio siglo antes.
En la próxima investigación hablaré
sobre el juego de la Ouija. ¿Ustedes saben que es el juego de la Ouija?, que es,
donde se inventó, porqué es tan temido y
peligroso jugarlo.
Todo eso descubrelo en la siguiente investigación.
Les saludó su amigo Milton. Me
despido. Buenas noches.