Yo y varios de mis amigos de la facultad nos reuníamos por las tardes para conversar en un espacio agreste a la espalda de mi facultad. En una reunión, ya de noche, comenzamos a conversar y contarnos relatos de fantasmas, los cuales les comparto en breves momentos.
Ricardo, un amigo de la universidad, cuyo verdadero nombre no daré, nos contó esta historia.
LA MUJER DE BLANCO (CHOSICA, 2008)
Ricardo se fue de vacaciones, allá por noviembre del 2008, con dos amigos a la provincia campestre de Chosica, en las afueras de Lima.
Chosica se caracteriza por tener varios centros recreacionales, llamados también clubes campestres, los cuales se diferencias de las posadas u hoteles por tener otros servicios tales como piscina, juegos de mesa hasta incluso animales como caballos.
Ellos se hospedaron en el centro recreacional más barato que se ajustó al presupuesto de los tres.
Dicho centro recreacional poseía una piscina en el primer piso al lado de las mesas donde comerían.
En el segundo piso estaban dos habitaciones en las que dos de los tres jóvenes dormirían en una habitación y el tercero dormiría confortablemente solo.
El tercer piso estaba acondicionado para ser sala de juegos de mesa, ya que allí se encontraban los juegos tradicionales del sapito y el fulbito a mano.
En el almuerzo, ellos comieron una rica pachamanca, un plato típico de los andes peruanos.
Tras comer, se fueron a bajar la comida, divirtiéndose en los juegos de mesa del tercer piso y de allí se metieron a la piscina.
Tras el momento de relax y diversión, se fueron a tomar un lonche.
El dueño del centro recreacional les hizo compañía y entablaron conversación.
El señor les comenzó a contar la historia del lugar.
Luego, les habló sobre las leyendas y mitos de dicho lugar.
De entre todas las historias, una fue la que impactó más a los jóvenes:
en noches de luna llena, en la cumbre de un cerro, se aparece una mujer vestido blanco, con un largo cabello negro que le cubre la cara y que, tras acercarse a uno, recoge su cabello y se aprecia su cara, la cual es una calavera.
Tras el susto, la mujer se le abalanza a uno y si lo agarra no hay forma de que se libere y la mujer se lleva al infortunado quién sabe dónde.
Se conoce esta leyenda porque muchos campesinos han subido sea porque estaban en camino, o por borrachos o simplemente para ver si la leyenda era cierta.
Generalmente las víctimas desafortunadas han sido algunos pobladores borrachos que no tuvieron reflejo o estaban muy cerca de la mujer.
Ricardo estuvo muy interesado en dicha historia y preguntó indiscretamente donde quedaba tal sitio y cómo haría para ir allí, qué camino tomar.
El señor se sorprendió con dichas preguntas y le preguntó a Ricardo si estaba en verdad interesado en ir.
Ricardo asintió.
El dueño les dijo que no era bueno que vayan pero ante la insistencia les dijo:
“Sigan por este camino a la derecha por aproximadamente 15 minutos.
Verán un camino de tierra, a la derecha, que conduce a un cerro.
Suban a la cumbre del cerro.
Con seguridad, se les aparecerá la mujer.
Si van a ir, les deseo toda la suerte del mundo y que Dios los proteja”.
Ricardo conversó con sus amigos y acordaron ir.
Ya a eso de las 8 de la noche, él y sus amigos salieron rumbo a la casa en cuestión.
Caminaron por el trayecto señalado mientras conversaban sobre la aparición.
Tras 15 minutos en el único camino asfaltado, encontraron el camino de tierra que conducía a un cerro.
Hablaron sobre dirigirse al cerro o regresarse.
Siguieron por el camino que los llevaba al cerro y subieron dicho cerro, hasta llegar a la cima.
Al llegar a la cima, vieron una silueta femenina a unos 15 metros de ellos.
Se acercaron hasta estar a 4 metros.
Se trataba de una mujer con el cabello largo y que le cubría la cara.
Tenía un largo vestido blanco.
Esta mujer de pronto se acercó a ellos, lo que los llenó de tensión profundamente y estuvieron prestos para escapar.
Dicha mujer se recogió el cabello y vieron con horror una calavera.
De pronto, la mujer se abalanzó sobre ellos con la intención de agarrarlos, pero ellos, con reflejo casi felino, salieron corriendo de dicho lugar.
Escucharon, mientras descendían por el cerro, lamentos, quejidos y una voz femenina de ultratumba.
Al regresar al centro recreacional, el dueño les preguntó qué pasó, que vieron.
Tras contárselo todo, el dueño les recriminó por su osadía y estupidez que les pudo haber costado la vida y que si eran inteligentes no volverían a ir allá, ya que lo que haya estado allí esa noche no los volvería dejar escapar.
Sandro, otro amigo, nos contó tres relatos
TRAVESURA DE ADOLESCENTES EN QUINTA ABANDONADA (BREÑA, 2007)
Sandro tenía 17 años. Esto sucedió en el año 2007.
Él paseaba con frecuencia con sus dos mejores amigos, siendo un lugar al que iban un internet para ver videos en youtube, revisar Hotmail y usar messenger. Sandro estaba viendo sobre historias de fantasmas y se lo comentó a uno de sus amigos. Sandro le cuenta que quisiera ir a una casona abandonada de noche y aún sería mejor ir con ellos. Su amigo le dijo que sería una experiencia interesante, mientras que el otro amigo que escuchó la conversación interrumpió diciendo que por allí no hay lugares donde puedan ir. Sandro comenzó a investigar en su máquina sobre casas abandonadas y encontró el aviso de “se vende cuarto en quinta abandonada”. Estaba en la calle de la casa de uno de los dos amigos de Sandro. Decidieron ir el día siguiente a las 10pm.
Se reunieron y fueron a la casa como acordaron. La calle estaba desierta. La espesa arboleda daba la sensación de un pequeño bosque, cubría y ocultaba. Perfecto para evitar que alguien se diese cuenta.
La casa era en realidad una quinta con un portón. La entrada de la quinta era como un túnel. El portón no tenía candado. Jalaron el pestillo del portón e ingresaron al túnel, el cual estaba oscuro.
Los chicos, que contaban con 17 años, aún estaban en el colegio y hacían rigurosamente ejercicios físicos, estando en óptima forma física; eran muy ágiles.
Llegaron hasta una pared lo cual era significado que habían dado con un estrecho pasadizo. Al final de ese pasadizo estaba otro pasadizo mucho más ancho que doblaba a la derecha. Allí encontraron una escalera que los condujo al segundo piso el cual estaba oscuro. Apenas habían llegado al segundo piso cuando Sandro quien iba primero retrocedió, lo que provocó que sus amigos le preguntaron ¿Qué pasó? Y Sandro levantó su mano y dijo “miren” y en medio del corredor del segundo piso estaba un bulto, el cual se acercó hacia donde ellos estaban. Ellos se fueron corriendo rápidamente.
NOCHE DE COPAS EN UNA CASA ABANDONADA (BREÑA, 2012)
Años después de esa experiencia, Sandro estaba reunido con cinco amigos en su casa. Él vive en un edificio en el distrito limeño de Breña.
Mientras tomaban comenzaron a contarse historias de fantasmas. Uno de ellos se mostró escéptico y dijo no creer en fantasmas, que no existen. Sandro entró en una discusión con él, en la que los demás intervinieron. El amigo dijo que todos ellos podían tomar en una casa abandonada y nada sucedería. Sandro dijo que en ese mismo momento pueden ir todos a una casa abandonada. Decidieron ir todos a tomar en una casa abandonada. Uno de ellos sugirió que en la calle Carhuaz había varias casas abandonadas.
Decidieron ir por esa calle para encontrar una casa abandonada y tomar en su interior.
Salieron del edificio siendo ya más de la medianoche y caminaron por la calle Carhuaz.
Se internaron en una travesía incoherente. Breña se caracteriza por sus centros comerciales, edificios y quintas. La mayoría de las casonas han sido demolidas para construir residenciales y condominios, aunque aún quedan algunas casonas.
Tras andar por tres cuadras se toparon con una casona de dos pisos, vetusta, descuidada. Saltaron la verja de hierro, caminaron por la pequeña huerta externa y se aproximaron a la puerta principal. Empujaron la puerta de madera y se introdujeron en lo que parecía ser la sala. A pesar de la oscuridad total alumbraron con la luz de sus celulares y descubrieron que allí había unos muebles, pegados a la puerta, más allá una mesa y una escalera que conducía al segundo piso. Uno de los chicos estaba visiblemente más borracho que los demás e imprudentemente cerró la puerta de madera con fuerza haciendo que la puerta se trabara, lo que incomodó a los jóvenes. Tras esa tontera, el amigo escéptico decidió que se sentaran en los muebles y tomasen allí. Tras diez minutos de estar tomando, él dijo “¡ya ven, como no existen los fantasmas! ¡Estamos tomando acá y nada nos ha pasado ni aparecido!” pero apenas terminó de decir eso, se escuchó unos ruidos en el segundo piso, como si alguien arrastrase un mueble. Se miraron todos como diciendo si escucharon eso. Se infundieron de valor y se dijeron que pasó en la casa cercana a ella. Luego se escuchó como un florero se rompió. Uno dijo “eso si se escuchó clarito que fue acá”. Se levantaron y dejaron las botellas en el piso. Estaban visiblemente nerviosos. El escéptico les decía que el viento pudo haber roto un florero, aunque se le veía muy nervioso. Luego escucharon unos pasos en el segundo piso, dirigiéndose a la escalera. De pronto uno de ellos dijo “miren, allí en la escalera” señalando con su mano la escalera y vieron una sombra que cual descendía por la escalera. Los chichos simplemente se quedaron petrificados por el miedo que los embargó. Dicha sombra era más negra y oscura que la noche. Ya en el primer piso, la sombra se dirigió hacia ellos, extendiendo sus brazos. Ellos por fin pudieron moverse y se dirigieron a la puerta. La puerta no cedía tras los intentos desesperados por jalar de ella. Esta situación hizo que entrasen en pánico, ya que la puerta no abría y el espectro estaba más cerca de ellos. Ellos comenzaron a gritar y algunos de ellos incluso gemían con lágrimas. El amigo escéptico fue el que más aterrado estaba. La puerta por fin cedió y así pudieron escapar. Se regresaron a la casa de Sandro y decidieron pasar la noche allí. Al día siguiente, Sandro pasó por la casa abandonada y vio por la puerta abierta que aún se encontraban las botellas que él y sus amigos dejaron la noche anterior.
UN 28 DE JULIO EN UNA CASA ABANDONADA (AV. BOLÍVAR LIMA, 2014)
Era 28 de Julio del 2014. Era un día festivo pues se celebraba la independencia del Perú. Sandro y dos de sus amigos habían ido a pasar dicho día festivo disfrutando de un rico pollo a la brasa, en una pollería a la que ellos iban con regularidad. En ese mes ellos salían a correr por la noche a pesar del frío invernal que azotaba la ciudad. Se fueron en transporte público y se bajaron en el cruce de la avenida Brasil con la avenida Bolívar. Aunque era un día festivo, las calles estaban vacías debido a la ausencia de taxis y la mayoría de empresas del transporte público, ya que una ley municipal prohibió que circulasen por ciertas calles.
Bajaron en el paradero de la calle donde estaba la pollería pero se dieron con que la pollería estaba cerrada, lo que les molestó ya que les estaba haciendo perder el momento. Uno de ellos dijo que había un restaurante a unas dos cuadras de allí, por lo que optaron comer allí.
Había un frío que calaba en los huesos. Las calles estaban mojadas por la lluvia, ya que temprano había llovido, lo que hacía más fría y gélida la noche. Caminaron por la avenida Bolívar y vieron una casona abandonada con patio externo sin ninguna empalizada o nada que les impidiese estar en dicho patio. Él se emocionó con dicho hallazgo y les dijo a sus amigos para tomarse unas fotos en dicho patio. Uno de sus amigos dijo que hay que tomarse rápido las fotos antes que alguien los vea. Se tomaron varias fotos rápidamente. Estaban a punto de marcharse, cuando Sandro se percató que la puerta de la casa estaba abierta y se le ocurrió la idea de meterse a la casa. Él se metió a dicha casa mientras que sus amigos se quedaron afuera. Ni bien pasó un minuto, cuando sus amigos escucharon los gritos de Sandro dentro de la casa y vieron salir corriendo a Sandro gritandoles “vámonos de aquí” y se fueron corriendo hasta llegar al restaurante.
Allí, sentados en una mesa del restaurante, les contó aún en estado de shock que ni bien ingresó se adentró en un pasillo de la casa cuando vio al fondo del pasillo una sombra. Temeroso de que fuera un vagabundo o un malviviente, él encendió la luz de su celular y apreció mejor dándose cuenta que era una mujer que vestía un vestido negro. Dicha mujer además tenía los ojos en blanco y además flotaba. Ella se acercó flotando a él y él no pudo más y gritó. Se giró rápidamente y corrió hacia la salida.
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